En algún momento, el daño que ocurre en el cerebro comienza a mostrarse como signos y síntomas clínicos muy tempranos. Se están realizando muchas investigaciones para identificar estos cambios tempranos, que pueden ser útiles para predecir la demencia o el diagnóstico de Alzheimer.

Una parte importante de este esfuerzo de investigación es el aumento en el desarrollo de sofisticadas técnicas de neuroimagen y el uso de biomarcadores.

Los biomarcadores son indicadores, tales como cambios en las capacidades sensoriales, o sustancias que aparecen en fluidos corporales, tales como sangre, fluido cerebroespinal, o orina.

Los biomarcadores pueden indicar la exposición a una sustancia, la presencia de una enfermedad o la progresión en el tiempo de una enfermedad. Por ejemplo, el colesterol alto en la sangre es un biomarcador para el riesgo de cardiopatías. Estas herramientas son fundamentales para ayudar a los científicos a detectar y comprender los signos y síntomas iniciales de la EA.

Otro aspecto innovador del desarrollo de análisis de neuroimagenes en la EA es que los científicos están correlacionando la información de imágenes de los participantes con información de pruebas clínicas, de memoria y de otras funciones cognitivas, y con información de muestras de sangre, líquido cefalorraquídeo y orina.

Los resultados de estas muestras pueden proporcionar biomarcadores valiosos respecto del progreso de la enfermedad, tales como cambios en los niveles de beta-amiloide y tau, indicadores de inflamación, medidas de estrés oxidativo y cambios en las capacidades cognitivas.

Un logro importante de este análisis es la creación de una base de datos de imágenes, datos de biomarcadores y información clínica accesible a los investigadores relacionados en todo el mundo.

Las muestras biológicas también están disponibles para proyectos reconocidos de biomarcadores. El Instituto Nacional de Envejecimiento de los Estados Unidos espera que esta iniciativa contribuya a crear rigurosas normas de análisis de imagen y biomarcadores que proporcionen medidas para el éxito de los tratamientos potenciales. De esta forma, aumentaría sustancialmente el ritmo y reduciría el costo de desarrollar nuevos tratamientos.